Cantos en el bosque

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Cantos en el bosque

altos

esto sto ocurrió hace mucho tiempo, pero fue tan importante en la vida de algunos animales, que no ha vuelto a ocurrir, o por lo menos, que yo me haya dado cuenta. Sucedió que en un apartado bosquecillo transcurría la vida felizmente con la perfecta armonía de la convivencia entre distintos tipos de animales: roedores, voladores, rumiantes, cantores, depredadores y muchos más que sería interminable enumerarlos. Ocurrió entonces, que cierto día se reunieron gran parte de estos animales, a orillas del viejo riachuelo, y fue allí donde expusieron un punto en discusión, que comenzó cuando la ardilla tomó la palabra:

-Hemos vivido en armonía desde hace muchos años, y hemos ido adaptando nuestra forma de vivir defendiéndonos de los cambios que el hombre ha hecho a nuestro hábitat , pero hay cambios que debemos hacer nosotros mismos para garantizar esa paz y esa armonía tan propia de nosotros.

-¿Y se puede saber a qué cambio te refieres, amiga ardilla? – pregunto muy interesado el cocodrilo.

-Bueno, me refiero al canto de algunos animales. No me refiero al melódico canto de las aves canoras , no, nada de eso, me refiero al canto desagradable que aturde nuestros sentidos y predispone nuestros estados de ánimo cada vez que los escuchamos.

-¡Ah!, pero a cuales compañeros te refieres, pues que yo sepa, cada uno de nosotros tiene un canto hermoso que ofrecer – refutó muy enérgica la liebre

-Son esos cantos que aunque tienen su temporada, no dejan de ser fastidiosos y extremadamente molestos – contestó la tortuga integrándose a la asamblea .

-Pero quienes son, volvió a preguntar la liebre.

Entonces todos los animales presentes dirigieron su mirada escrutadora , además de acusadora, hacia la rana, la cigarra y el búho.

-Pero, ¿por qué nos miran así? – preguntaron los tres al unísono.

-Porque son ustedes quienes cantan sin saber cantar y nos aturden cada vez que se les ocurre emitir su canto – aclaró el ciervo.

-La ardilla nuevamente tomó la palabra y solicitó que levantaran la mano en seña de aprobación aquellos que estaban de acuerdo en silenciar el canto de aquel trío de animales, para buscar con ello mantener la paz y la tranquilidad del bosque. Muy pocos animales estuvieron de acuerdo, y para defender la posición que asumían tomó la palabra el viejo riachuelo:

-Perdonen que intervenga porque esta es una reunión de animales, y yo no lo soy, pero ya que se reunieron en torno a mí, les hago esta reflexión … EL cantar para nosotros no es una diversión, es un deber y una misión que debemos cumplir; si para cumplirla agradamos el oído de los habitantes del bosque, ¡qué bueno!; pero si nuestro canto desagrada, no podemos hacer otra cosa que vivir y convivir con esos sonidos que son tan valiosos y necesarios para la conservación de la propia especie.

Todos los animales comenzaron a aplaudir, y, asintiendo con la cabeza, comprendieron el mensaje del riachuelo, quien se alejó cantando de felicidad entre pequeñas cascadas, seguido de la rana que cantaba al zambullirse en un pequeño charco, la cigarra que voló para camuflarse entre las ramas de viejo roble lanzando sus agudas notas y el búho de los más sereno y tranquilo mientras también se alejaba soltó su canto triste. Todo quedó en silencio, y luego se escucharon las dulces notas de canarios, ruiseñores y turpiales; que poniendo la nota melodiosa a la reunión, confirmaban lo que había dicho el riachuelo, dando así por terminada la reunión donde acordaron mantener inalterado el canto de cada uno de ellos, dentro de aquel bullicioso bosque donde felizmente siguieron viviendo.

Autor: Alejandro J. Díaz Valero

25/05/2009

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